"En 1864, durante la Guerra de la Triple Alianza entre Paraguay y Argentina, Brasil y Uruguay; Colombia apoyó moralmente a Paraguay y protestó contra la guerra. Colombia ofreció otorgar la ciudadanía colombiana a cualquier paraguayo que pisara el suelo colombiano si, como resultado de la guerra, Paraguay desapareciera al haberse dividido entre los tres vencedores. Sin embargo, no se requirió la oferta de ciudadanía al final de la guerra, ya que se permitió que Paraguay siguiera existiendo, aunque con territorio reducido en un 70% y como títere del Imperio del Brasil."


El presente texto aborda uno de los episodios más curiosos y difusos de la historia de las relaciones internacionales del Estado colombiano: cuando ofrecimos a todos los ciudadanos del Paraguay la ciudadanía colombiana, con solo pisar territorio nacional, durante la gran crisis que vivió la alguna vez próspera nación paraguaya, al enfrentar a Brasil, Argentina y Uruguay en la llamada “guerra de la triple alianza” (también conocida como “guerra del Paraguay”). Conmemorar los 150 años de tan representativo hecho histórico, tan poco estudiado, que muchas veces es calificado -al menos en Colombia- como un “mito” que nunca sucedió en realidad, requiere la producción de textos que se centren en la Colombia de ese momento, con el fin de aclarar qué es realidad y qué no sobre tan anecdótica situación.


Lo primero que debe señalarse es que la guerra de la triple alianza es probablemente el conflicto bélico internacional más grave que ha habido entre naciones sudamericanas en la historia; desarrollado entre 1864 y 1870, el conflicto entre Paraguay y sus vecinos fue la primera guerra de masas de Sudamérica, un cruento enfrentamiento que sigue siendo único en la historia de la región, por su duración, cantidad de víctimas y consecuencias políticas y sociales (Brezzo, 150 años de la guerra del Paraguay: nuevos enfoques teóricos y perspectivas historiográficas. Primera parte, 2015). Dado que el propósito del presente artículo no es volver a reseñar el conflicto, se resumirá lo acontecido señalando simplemente que desde 1864 Paraguay entró en guerra con el Imperio del Brasil, la República Oriental del Uruguay y la República Argentina, las acciones beligerantes de sus oponentes llevaron al Paraguay a ser derrotado estrepitosamente en su cruzada contra sus vecinos. Tal guerra culminó con el exterminio de al menos la mitad de la población del Paraguay (Telesca, 2015) y con la pérdida de buena parte de su territorio, así como la destrucción de la infraestructura de tal país.

Es en el marco de tal situación, donde se llegó incluso a discutir la posibilidad de acabar definitivamente la nación paraguaya, anexando sus territorios completamente por parte de los vencedores del conflicto (Zuccarino, 2017), que Colombia habría ofrecido su ciudadanía al pueblo paraguayo, para prevenir que estos se convirtieran en apátridas si su país llegaba a desaparecer; si bien el pueblo paraguayo ha tenido varios gestos para conmemorar tal hecho histórico (El Espectador, 2017), para muchos colombianos esta historia es desconocida o se considera un mito, donde las versiones varían desde un acuerdo para tener la doble nacional de forma recíproca o se niega completamente que se hubiera dado tal ofrecimiento.

Según las fuentes que relatan los sucesos, principalmente paraguayas, el congreso de Colombia habría emitido el 27 de julio de 1870 la ley 78 de 1870, en la que se señalaría:

Si por efecto de la guerra, el Paraguay desapareciera como Nación, ningún paraguayo será paria en América; con solo pisar tierra colombiana, en caso de producirse, gozará en forma automática de los privilegios, facultades prerrogativas y derechos colombianos, es decir que de perder la nacionalidad paraguaya serán automáticamente colombianos. (Secretaria Nacional de Cultura de Paraguay, 2017.

A pesar de la evidente relevancia que tiene el tema para las instituciones paraguayas, son mínimas las referencias de las instituciones colombianas sobre este acontecimiento que ya cumple 150 años, más allá de algunos escuetos artículos de la cancillería (Cancillería de Colombia) no hay ninguna referencia al respecto. El autor de este artículo solicitó, mediante derecho de petición, el texto completo de la ley 78 de 1870 ante las autoridades nacionales, sin embargo, la respuesta que se obtuvo fue que no se encontró ningún registro (Derecho de petición No. 127-2020, 2020), por lo que podría pensarse que la historia hasta ahora contada es solo un mito creado por la diplomacia paraguaya, pues aparentemente tal ley no fue expedida

Sin embargo, teniendo en cuenta que en 1870 Colombia se llamaba los “Estados Unidos de Colombia”, pues estaba vigente la constitución de Rionegro de 1863, y que, en tal carta magna, específicamente en el numeral 4 de su artículo 31, se señala que serán colombianos:

Los nacidos en cualquiera de las Repúblicas Hispanoamericanas, siempre que hayan fijado su residencia en el territorio de la Unión, y declarado ante la autoridad competente que quieren ser colombianos. (Constitución de los Estados Unidos de Colombia, 1863).

De lo anterior se desprende que el otorgar la nacionalidad colombiana a todo ciudadano paraguayo que pisara su territorio ya era algo posible sin necesidad de emitir ley alguna, en virtud de ello, puede concluirse que lo más probable es que el texto que los hermanos paraguayos citan como la “ley 78 de 1870” más que una norma que creaba una condición especial para acceder a la ciudadanía colombiana, fue un instrumento diplomático mediante el cual se puso de presente la existencia de una herramienta de rango constitucional que les podría servir a los paraguayos para evitar convertirse en apátridas, en caso de que su país desapareciera.

Tenemos entonces que, efectivamente, Colombia contaba con los instrumentos para entregar su ciudadanía a los paraguayos que pisaran su territorio, en los términos del texto que ampliamente refieren las fuentes paraguayas. Por lo que todo indica que la historia del Estado colombiano ofreciendo su nacionalidad en solidaridad con el pueblo del Paraguay es cierta, simplemente es ficción el que se hubiera emitido una ley de la república para ello, por la sencilla razón de que no era necesario, pues la constitución ya permitía que los paraguayos se convirtieran en colombianos solo con tocar su territorio.

Cumpliéndose exactamente 153 años de acontecido tal hito de la hermandad colombo-paraguaya, la mejor forma de conmemorar tales hechos es consolidando una narrativa donde los colombianos sepamos que, tan espectacular y altruista gesto de hermandad de parte de nuestra nación para un pueblo hermano que sufría la devastación de la guerra, sí fue cierto, en gran parte, gracias al espíritu integrador y progresista de la constitución de Rionegro de 1863.

Copiado de:

La Regla del décimo hombre es una táctica del sentido común que indica que siempre que nueve personas estén de acuerdo en que algo es cierto, una décima persona debe defender la tesis contraria (incluso si no está de acuerdo con ella) para estar preparados ante una eventualidad o tesis improbable.


Detalles:
De origen incierto,​ fue popularizada en la película Guerra mundial Z (2013), basada en la novela homónima de Max Brooks.​ En la película se afirma que es una práctica usada por el gobierno de Israel. Aunque explícitamente no existe la regla del décimo hombre en el gobierno de Israel, sí tienen implementada una cultura de análisis de tesis improbables, llegando a tener incluso una oficina llamada la oficina del «abogado del diablo» (Devil's Advocate office) donde se analizan las tesis opuestas a las aceptadas.​

Puede ser una táctica del sentido común factible de implementar, para evitar los problemas del pensamiento de grupo, el sesgo argumentativo y otros errores del pensamiento.​ La regla ayuda a una mejor toma de decisiones, la prevención de accidentes y la búsqueda permanente del conocimiento verdadero al cuestionarlo y contrastarlo contra argumentos opuestos. Aunque la regla específica es que después de 9 personas una décima debe defender la tesis contraria, no son necesarias las 10 personas, sino que de antemano en un grupo de 3 o 4 una de ellas debe tomar la opinión disidente,​ y por extensión uno debe de cuestionar los conocimientos que se tienen como verdaderos de vez en cuando.

Curiosidades:
  • Mencionado también en la temporada 6, capitulo 6 de The Good Doctor.

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No están solos en el universo”, dijo Rafael Pacheco mientras pilotaba sobre la ciudad de México antes de desaparecer misteriosamente en 1976.


Pacheco era alumno de la Escuela de Aviación de México y el 21 de junio de 1976, la avioneta XB-ZOX que comandaba el aprendiz de piloto mexicano Rafael Pacheco Pérez, se perdió por varias horas en los cielos de la zona de Chimalhuacán de la Ciudad de México.

La aeronave apareció una hora después en la ciudad de Acapulco, hecho que de por sí ya es extraño ya que ese recorrido requiere normalmente de 3 horas, en una aeronave de esas características.

No obstante, la razón por la que el acontecimiento se convirtió en uno de los mayores misterios de la historia de la aviación, se debe a que en pleno vuelo el piloto habría enviado un mensaje extraterrestre en estado de trance.

Estamos usando al piloto solo como un micrófono (...) ustedes no están solos en el universo”, dijo el supuesto extraterrestre a través de Pacheco. “Él está hablando porque así se le ordena, es decir, esta es su voz, él está hablando pero no por su propia voluntad. Lo estamos utilizando a él como si fuera... sí, lo estamos utilizando como un micrófono”.

No importamos mucho, ni de dónde somos, ni de dónde venimos, básteles saber que nosotros somos seres de este universo al que ustedes pertenecen. Nuestro planeta está a muchos años luz, pero eso lo vuelve a repetir antes que parezca confuso: nosotros somos físicamente iguales a ustedes, les vuelvo a repetir que todas las razas del universo somos físicamente iguales. Ustedes no están solos en el universo y hay otras razas que estamos alejados de ustedes pero los estamos observando”, concluye el mensaje.

Quien recibió estas palabras desde la torre de control de Acapulco fue el controlador de tráfico aéreo Carlos de Kretschy, a través de la frecuencia 123.45 megahertz.

No recordaba nada de lo ocurrido

Al tocar tierra, al joven piloto, alumno de la Escuela de Aviación de México, lo recibieron las autoridades, quienes lo llevaron al Centro de Salud de Acapulco para revisar su estado físico o determinar si había ingerido alguna sustancia que pudiera alterar su mente o lucidez.

Sin embargo, para sorpresa de todos, el piloto se encontraba en perfectas condiciones, no tenía ninguna clase de sustancia en su organismo, ni presentaba desorden mental alguno, hecho del que dio constancia la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes (SCT).

A Rafael Pacheco lo entrevistaron diversos periodistas para conocer su versión de los hechos. Dijo que no recordaba nada de lo ocurrido y se negaba a aceptar que los seres que lo poseyeron fueran buenos. “No recuerdo nada, solo sentí que tenía sueño y que estaba a punto de dormirme”.

La carrera de aviación terminó ese día para el joven aprendiz, que nunca volvió a estar al mando de una aeronave, no obstante, este episodio sigue siendo recordado ya que nunca se determinó a ciencia cierta qué pasó y se adjudicó a una abducción extraterrestre.

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