La Verdad Sobre El Gran Guardián De Los Viajeros, El Perro San Bernardo Con El Barril De Alcohol Al Cuello

Higarigaoka - Odaiba, Sin comentarios

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Seguro que más de uno, cuando piensa en un San Bernardo, tiene la imagen del perro con un pequeño barril atado al cuello. Un barril que, por cierto, se supone que lleva alcohol para ayudar a aquellos que se han perdido en temperaturas bajo cero. ¿Dónde comenzó esta historia y qué tiene de cierto?


Cuenta la historia que en lo alto de los Alpes, muy cerca de la frontera entre Italia y Suiza, se encuentra el Gran Paso de San Bernardo, utilizado por los humanos para cruzar la cordillera desde la Edad del Bronce. En 1050, Bernardo de Menthon (canonizado San Bernardo en 1681) construyó un hospicio en la parte superior de las ruinas del templo como refugio para los viajeros.

Con el tiempo, los monjes, quienes mantenían el hospicio atendiendo a los huéspedes, o como guías a través del paso en equipos de búsqueda y rescate para los viajeros que se habían perdido, comenzaron a entrenar a sus perros, que fueron traídos de las aldeas en los valles para servir como guardianes y compañeros, en esencia, como animales de rescate.

Los perros, con su fuerza, su pelaje resistente a la intemperie y su sentido del olfato superior, eran perfectos para guiar y rescatar a los viajeros. Por tanto, el San Bernardo que conocemos hoy es el resultado de siglos de cría en el hospicio y sus alrededores. El árbol genealógico probablemente comienza con los perros de tipo mastín traídos a Suiza por los ejércitos romanos mezclados con los perros nativos de la región. Los libros sugieren que no fue hasta 1880 que pasaron a denominarlo como “San Bernardo” oficialmente.



En cuanto a los barriles, su origen está en la pintura, y fue la invención de un joven llamado Edwin Landseer. En 1820, Landseer, un pintor de 17 años de Inglaterra, llevó a cabo una obra titulada Alpine Mastiffs Reanimating a Distressed Traveler. La pintura retrata a dos San Bernardos de pie sobre un viajero caído, un perro ladrando alarmado, el otro intentando revivir al viajero lamiéndole la mano. El perro que lame tiene un barril atado alrededor de su cuello, que Landseer afirmaba que contenía brandy.

A pesar de que el brandy no es lo que uno desearía si estuviera atrapado en una tormenta de nieve (el alcohol hace que los vasos sanguíneos se dilaten, lo que provoca que la sangre corra a tu piel y la temperatura de tu cuerpo disminuya rápidamente), y que los perros nunca llevaron dichos barriles en el hospicio, la imagen ha perdurado entre el público y muchos han llegado a pensar que un San Bernardo cargado de alcohol era lo único que les podía salvar la vida perdidos en la nieve. 



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