San Longinos o Longino de Cesarea fue, según algunas tradiciones cristianas, el soldado romano que traspasó el costado del cuerpo de Jesús con su lanza; conocida como La Santa Lanza. El individuo no tiene nombre en los evangelios que relatan el hecho, pero suele identificarse con el centurión que, ante la muerte de Jesús, exclamara: “En verdad este era el Hijo de Dios”. La leyenda de Longino se originó en la Baja Antigüedad y el Medievo, agregando datos sobre su vida, su nacimiento en Lanciano, Italia, conversión al cristianismo y su muerte, hasta llegar a ser considerado un santo por la Iglesia católica y otras comuniones cristianas.
Origenes de la leyenda
El Evangelio según Juan menciona que un soldado romano de nombre desconocido, entre los encargados por Pilato de la crucifixión de Jesús, clavó una lanza en el pecho del ajusticiado con el propósito, quizás, de confirmar su deceso. En efecto, en tanto que a los otros dos condenados se les quebraron las piernas para asegurar que muriesen, Jesús ya había muerto, por lo cual “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Jn. 19:34 versión Reina Valera 1960) Los evangelios sinópticos no registran este suceso, ni los apócrifos más antiguos que se conservan, si bien se menciona a un centurión que comenta el carácter de hijo de Dios del crucificado.
En el escrito apócrifo denominado Evangelio de Nicodemo, unido a las (también apócrifas) Actas de Pilato, aparece por primera vez el nombre de Longino. Sobre el tema, la escritora Sabina Baring Gould comenta que “El nombre de Longino no aparece en autores griegos anteriores al Patriarca Germano, en 715”. Es casi seguro que el nombre es una latinización del griego λόγχη (lonjé), palabra usada por el texto de Juan, y apareció por primera vez en un manuscrito iluminado de la Crucifixión detrás de un lancero. Esta versión siríaca del Evangelio según Juan ilustrada por un tal Rabulas, data del 586 y se conserva en la Biblioteca Laurenciana de Florencia; allí se lee en letras griegas la palabra Longinos escrita tal vez en la misma época en que se realizó la figura.
Versiones posteriores de la leyenda de Longino aseguran que no tenía buena visión, y que empezó a ver perfectamente al contacto con la sangre del Salvador. También dicen que ayudó a lavar el cuerpo de Jesús después del descenso de la cruz.
El destino de Longino no es seguro, pero se lo veneró como mártir, fijando su muerte en Gabbala, Capadocia. Su cuerpo pasaba por ser hallado en Mantua, Italia, en el año 1303, junto a la Santa Esponja empapada de la sangre de Cristo; se le atribuía, extendiendo su papel en el Gólgota, el acercar la esponja a los labios sedientos del Redentor. La reliquia favoreció su culto en el siglo XIII, enlazándose a los romances del Grial y tradiciones locales de milagros eucarísticos. Se erigió una capilla consagrada a San Longino y la Santa Sangre en la iglesia del monasterio benedictino de Santa Andrea, bajo el patronato de los Bonacolsi. En cuanto a las reliquias, fueron divididas en diversos lugares de Europa, Praga entre ellos, y el cuerpo llevado a la iglesia de San Agustín, en la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, también en Cerdeña se creía poseer el cuerpo del centurión romano que confesara la divinidad de Jesús.
En la Edad Media y en tiempos posteriores, la lanza de Longino fue un objeto de profundo interés. Se la relacionó a las leyendas del Santo Grial y se especuló con sus poderes ocultos; por ello, algunos la llamaron La lanza del destino.
Veneración
La Iglesia Católica, la Ortodoxa Oriental y la Armenia veneran a Longino como mártir. En el Martirologio Romano se lee: Día 16 de octubre; En Jerusalén, conmemoración de San Longino, quien es venerado como el soldado que abrió el costado del Señor crucificado con una lanza. No se mencionan ni el lugar del martirio, ni la fecha. Los armenios lo conmemoran el 22 de octubre. En la basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano se halla una estatua de Longino esculpida por Bernini. En la misma basílica se conserva el fragmento de una punta de hierro que, según se asegura, pertenece a la Santa Lanza. San Longinos también es el patrono de la ciudad de Vadalcadar, en cuya catedral se encuentran varios vitrales que hacen alusión a la vida del santo.
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