Arnulfo de Metz (cerca del río Mosela, 31 de agosto de 582-Remiremont, 18 de julio de 640), conocido como san Arnulfo de Metz, fue un obispo franco y consejero e intendente del palacio de los merovingios de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica. Es venerado como santo por la Iglesia católica como la Ortodoxa.
Conocido como el 'patrono de la cerveza'. «No bebáis agua, bebed cerveza», dijo san Arnulfo a los fieles de su diócesis al constatar los estragos de una epidemia causada por la baja calidad del agua en los pozos de la región.
San Arnulfo dedicó gran parte de sus esfuerzos a prevenir a la gente de la época y a los miembros de su feligresía sobre los peligros, a menudo mortales, de beber agua contaminada, ya que frecuentemente sucedía que los pozos estaban contaminados, sugiriendo en su lugar la bebida de la cerveza fermentada. A la postre y por sus milagros se convirtió en el patrono de los cerveceros.
Del matrimonio de su hijo Ansegisel con Bega, hija de Pipino de Landen, nace Pipino de Heristal, bisabuelo de Carlomagno, es decir que en él se encuentra uno de los orígenes de la Dinastía Carolingia. Por esta vía, es antepasado de buena parte de los monarcas europeos, como Hugo Capeto, Enrique VIII de Inglaterra y Luis XIV de Francia; y en la actualidad, Carlos III del Reino Unido, Felipe VI de España, Federico X de Dinamarca, Carlos XVI Gustavo de Suecia y Harald V de Noruega son lejanos descendientes de Arnulfo de Metz. Esta genealogía es clave para las reconstrucciones prosopográficas que hace Christian Settipani buscando encontrar linajes ancestrales.
Cada 18 de Julio se conmemora su día en la Iglesia Católica Ortodoxa.
Los tres milagros de Arnulfo de Metz
- El primero de los milagros ocurre cuando Arnulfo lanzó su anillo de obispo al río Mosela, atormentado por las guerras y sus pecados, rogándole a Dios que se lo devolviera en caso de absolución. Años más tarde, un pescador llevó un pez a la cocina del obispado, dentro del cual se encontró el anillo. Este se conserva en la catedral de Metz.
- El segundo milagro ocurrió cuando decidió renunciar como Obispo. En ese momento, se produjo un incendio en los sótanos del Palacio Real que amenazaba con extenderse a la ciudad de Metz. El amor a su pueblo y su coraje hizo que se pusiese frente al fuego pronunciando la frase «Si Dios quiere que me consuma, estoy en sus manos». El incendio se detuvo de inmediato.
- Y el tercer milagro, que lo convertiría en santo patrono de los cerveceros: Tras su fallecimiento, los habitantes de Metz pidieron que su cuerpo fuese trasladado de nuevo a su ciudad para ser enterrado en su iglesia. El camino que llevaría de vuelta a san Arnulfo era demasiado largo, por lo que se decidió parar la procesión ceremonial en la ciudad de Champigneulles, Francia. Los fieles que pretendieron adquirir cervezas en una taberna se encontraron con que sólo quedaba un tarro, que tendrían que repartir entre todos. Pero, para su asombro, el tarro de cerveza nunca se terminaba, por lo que todos y cada uno de ellos pudieron saciar su sed.
“Del sudor del hombre y del amor de Dios, la cerveza vino al mundo”
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